24 horas en Kuala Lumpur

Nunca había pensando en visitar Kuala Lumpur. Aun recuerdo las palabras de un habitante temporal, que la odiaba profundamente. No vayas: Una especie de versión cutre de Singapur. Algo como un «querer y no poder». Esta vez, tenía que estar en Singapur al día siguiente, y disponía, para cumplir con el trámite viajero, ciertamente condicionado por los prejuicios de mis amigos, unas 24 horas. Una de las capitales de un tigre asiático petrolero de la zona, está experimentando un crecimiento y modernidad insospechados en los últimos años .

Había tomado un vuelo de Cathay Dragon en Hong Kong, y a primeras horas de la mañana, tras 4 horas de turbulencias, el A330 sorteaba las nubes monzónicas, que de forma casi perenne causan fuertes aguaceros en los países de la zona, para aterrizar. Comienza a sobrevolar enormes campos de aceite de palma. Por desgracia, una de sus exportaciones principales del país, tras el petróleo.

Había elegido un hotel colonial, al lado del antiguo centro de la ciudad. Usé el eficiente tren KLIA Espress, que una cada media hora une el aeropuerto, con la estación central SL SENTRAL. Luego, tras dos minutos de shuttle, calor sofocante, y una ducha reconfortante decidí que aunque el bus turístico, era la opción más barata y cómoda de visitar la ciudad, las distancias eran muy cortas para caminar.

Aunque hay otros atractivos, aquí están mis cinco visitas esenciales.

ZONA COLONIAL

El Hotel Majestic, formaba parte de los lugares en donde se reunían las pudientes clases británicas en la época del imperio. Y como tal, está insertado en el comienzo de la zona colonial. Justo enfrente el imponente edificio de la Estación Central de Kuala Lumpur. Una enorme joya arquitectónica, que definía como era la capital malaya en el siglo pasado. Aunque la actual y moderna estación central (KL Sentral) ha sido trasladada un par de kilómetros más al sur, sigue siendo un edificio clave, y con años de historia a sus espaldas. Lánguido, muy lánguido, está lleno de nostalgia.

A solo dos minutos, el corazón colonial: la Plaza Merdeka, o también llamada la Plaza de la Independencia. Aquí se arrió la bandera del  nuevo estado el 31 de agosto de 1957. Antiguo campo del golf del lujoso Selangor Club, y lugar de reunión de los ricos colonizadores británicos, mantiene sus atribuciones.

Miramos a un lado y al otro, y los pocos edificios coloniales que quedan, son la diminuta catedral de Santa María, el Museo Nacional de Historia, y grandioso edificio de estilo mogol del Sultán Abdul Samad. Construido en el siglo XIX, era la secretaría de estado, hoy Ministerio de Patrimonio.

LITTLE INDIA

En la parte de norte de la Plaza Merdeka, cruzo el pequeño río Klang, con la visión de la Mezquita Masjid Jamek, engullida por unos enormes rascacielos. Cruzo el río, y detrás de la mezquita, no puedes imaginarte que encontrarás el color y autenticidad de cualquier calle de una ciudad india. Mercados, fachadas multicolores, dan entrada al barrio indio. Kuala Lumpur es mezcla de identidades bien avenidas. Indios, chinos, malayos, y occidentales, todos fusionando tradiciones, religiones, y vida urbana. Olor a especies, fétidas, aromas de oriente. Grandes carteles, fachadas cromáticamente llamativas. Parece que hemos entrado en un túnel del tiempo.

LITTLE CHINA

Casi sin saber como, al sur de Little India, entro en Little China. Todo cambia por momentos. Uno de los atractivos más marcados es el mercado chino de Petaling. Cubierto, algo pijo, es un inmenso compendio de todo tipo de mercancías. Desde imitaciones, tés, electrónica, productos gastronómicos, tiendas tradicionales orientales etc. Aromas diferentes vienen de los puestos de comida. Me siento a tomar un delicado té de jazmín. Una familia china juega con sus móviles al lado.

Mientras que hay comunidades que se matan en cualquier esquina del planeta, me maravilla como se conjugan elementos y culturas tan dispares a metros unos de otros. Me siento muy bien. El mestizaje se manifiesta en un templo budista, y cruzando la calle otro taoísta sin mayores problemas. En el de Sri Mahamariamman, tras sacarme los zapatos, contemplo una ceremonia, y camino descalzo sobre el mármol caliente, no perdiendo detalle del colorido de los ornamentos. Unos turistas chinos, toman noodles en una terraza de la misma calle.

TORRES PETRONAS

Había tenido un viaje rápido por tres culturas. Viajado por tres países, en unos pocos metros. Me gustó palpar la diversidad. La vida de la Kuala Lumpur más tradicional en el margen derecho del Río Klang. Necesitaba un baño de modernidad, y contrastarlo con lo que acababa de ver. La compañía de petróleo local, Petronas, para crear un icono turístico universal se propuso levantar las torres más altas del mundo en su momento. El transporte de Kuala Lumpur integra, cercanías, monoraíles, metro, trenes ligeros. A veces es algo confuso. El precio del billete es irrisorio, con lo que no me planteé sacar un bono de día. La estación de ChinaTown es Pasar Seni. En dirección a Gombak hay que tomar la línea 5 del LRT, y bajar en la estación de KLCC, a los pies de las Petronas.

Tras salir, y mirar alrededor todo el tipismo se esfuma de golpe, y parece que hemos viajado a Nueva York. Enormes rascacielos, lujosos centros comerciales, tiendas caras. Es la Kuala Lumpur más moderna. Miramos, y las enormes Petronas parece que se echan encima. Impresionantes. Tengo vértigo, con lo que no hice el más mínimo interés en pagar los 2o euros que cuesta subir a sus dos niveles. Uno, a una especie de pasarela entre la dos torres, y otra en la cumbre. A sus pies un lujoso centro comercial, da acceso a un delicioso parque interior desde el que se sacan fotos espectaculares de este hito arquitectónico.

MERCADO CENTRAL DE KUALA LUMPUR

Antes de volver al hotel, quise darme una vuelta por el Mercado Central, a orillas del río, y muy cerca de ChinaTown, con lo cual bajé en la misma parada de metro. No es un mercado al uso, sino es una especie de icono turístico.

De esos lugares que crees que serán una «trampa turística», porque carecen de autenticidad, pero me encantó el colorido de los batiks, los souvenirs de los artistas locales. Artesanía, ropa, compras gastronómicas. Una especie de gran bazar para relajarse de la exploración diurna. Paro a comer en un puesto de cocina asiática, muy intensa, hasta que lloro con la intensidad de la condimentación.

Me retiré caminando pausadamente hacia el hotel, mientras que la temperatura se iba aligerando y el sol iluminaba el horizonte. Las luces de los rascacielos se encendían, dando un aspecto a la zona financiera de urbe futurista y lejana.

Pues no ha estado tan mal mi primer contacto con Kuala Lumpur.

 

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