BERLIN

Hay un viejo refrán que va como anillo al dedo a la vieja capital germana. Berlín es un “eterno llegar a ser”. Aunque son palabras enigmáticas, la ingente cantidad de obras de transformación ponen de relevancia, su carácter de urbe que siempre busca su identidad. La moderna Berlín, del diseño y las tendencias poco tiene que ver con lo que era antes de La Segunda Guerra Mundial: una de las más monumentales urbes de Europa.

Por desgracia, el conflicto bélico, que dejo casi el 90 por cien de la ciudad reducida a escombros, ha borrado su carácter monumental. En este continua, y ciertamente esquizofrénica busca de su identidad, y como el resto de las ciudades alemanas, se han vuelto a levantar sus monumentos más significativos.

Pero esta busca del alma perdida, no está aún completa, en pocos años, y tras ingentes tareas de financiación, se levantará piedra sobre piedra el antiguo palacio Real, en el lugar donde se levanta, de forma calamitosa el Palacio del Pueblo, centro de poder de la antigua Republica Democrática, que esta ruinoso, entre el abandono, y grandes dosis de amianto. Si el antiguo régimen, derribó el palacio para levantar una nueva era, la nueva Alemania devuelve la justicia historia y vuelve a dar un golpe de tuerca al “rehacer de Berlín”.

Llegar desde el aeropuerto

Invierno es ideal para ir a Berlín porque conoces a la urbe en todo su esplendor invernal, aunque aterrizar en el aeropuerto de Tegel en medio de una ventisca de nieve, de noche es algo aterrador. No hay metro hasta el centro, si autobuses y tren.

Las líneas de autobús que van al centro son la X9, 109 y 128. Tomé el 128 hasta Karl Schumacher Platz, y luego la línea de metro U6 hasta FriedrichStrasse.

Hotel Angleterre

Había estado en el Berlín Este cuando estaba levantado el muro de la incomprensión, y me decidí por una oferta increíblemente barata, en un hotel modesto, pero medianamente decente en Friedrichstrasse, en la antigua arteria de la antigua Berlín. No me iba a arrepentir. Y es que quería comprobar como el antiguo centro, antes en el Berlín Este estaba revitalizándose.

De nuevo, la decisión fue de lo más acertado.  Tras la caída del muro, el centro ha basculado, y el Mitte, el centro histórico tradicional, dentro de Berlín está recuperando su esplendor original. Por supuesto, la idea después de ver el Reichstag (sede del parlamento) con la brillante cúpula de Sir Norman Foster, es cruzar la acicalada Puerta de Brandenburgo sin el muro, del que quedan leves retazos, en algunas zonas de la ciudad.

Caminando por Berlín

Por fin, después de años de separación, podremos hacerlo y sentir lo que sintieron los Berlineses tras el maravilloso evento. Vuelta atrás, y una buena ruta es continuar por Eberstrasse,dejando a un lado el impresionante Memorial del Holocausto hasta la renacida Postdamer Platz. En tiempos de preguerra, la plaza más bulliciosa de la urbe, y lugar en donde convergían todas las líneas de transporte, además de ser epicentro de cabarets, famosos cafés, y demás. Después de haber sido convertida en una explanada, el muro cruzaba por el medio.

Hoy es una zona que pretende ser un parche de unión entre los dos berlines, y despliegue de arquitectura de diseño, con el mastodóntico Sony Centre. Caminamos por Lepizger Strasse, hacia lo que era el Berlín Este hacia la arteria comercial del antiguo Berlín, que es la Friedrichstrasse, y lugar del Checkpoint Charlie, el paso más famoso entre los dos berlines, ahora desmantelado y convertido en lugar de paso turístico.

Aunque ha perdido el encanto de antaño, y prácticamente no quedan bellos edificios dieciochescos, hay una intención de devolver la vida comercial al centro de “toda la vida”. Algo aun muy ilusorio a pesar de la pomposidad de la oferta comercial, y de las Galerías Lafayette.

El corazón de Berlín:

Llegamos a Unter den Linden, la famosa avenida escaparate de preguerra, y que unía el Palacio Real y el Tiergarden. Tras un anodino tramo, llegamos al corazón monumental de la ciudad, que lo constituyen el final de la avenida a la altura del río, la Bebelplatz y la Universidad Humbolt, pero antes torcemos a la derecha para ver la plaza mas bella de la ciudad con las dos catedrales y el Konzerthaus en Gerdamenmarkt. Al otro lado del río, la Catedral, con las isla de los museos, sobre todo el Pergamo, que atesora valiosas piezas de las antiguas civilizaciones.

 En la parte de atrás, encontramos el Ayuntamiento Rojo, en una red amplia de jardines.

En esta enorme explanada estaba el casco medieval, con la coqueta reconstrucción del barrio medieval Nikolausviertel, la gigante torre de televisión,  también llamada “tele espárrago”, construida para que la Alemania Comunista mirase por encima del hombro, desde las alturas, a sus hermanos occidentales, y desde donde por poco más de seis euros, se puede ver la mejor panorámica de toda la ciudad.

Es recomendable tomarse algo en las alturas, no porque la torre sea especialmente apreciada por los berlineses, sino porque nos hace una idea como la ciudad está cambiando a marchas forzadas.

Un poco más allá, la inmensa pero impersonal Alexanderplatz, como plaza setentera, para servir de escaparate de lo que era el consumo en el mundo socialista.

Berlín oeste: Rumbo a la Kudam.

El corazón del Berlín Oeste, que se alcanza con el bus 100 desde Alexander Platz es Europa Center, la Gedächtnis Kirche, iglesia que fue dejada en ruinas para recordar a las generaciones venideras, los horrores de la guerra, y la más completa oferta comercial de la ciudad que se plasma en KADAWE los prestigiosos grandes almacenes de Berlín. Los tramos occidentales de la Kudam, a la altura de SavignyPlatz, están prácticamente intactos, y nos hacer recordar también como era la ciudad antes de la guerra.

Otros puntos de la ciudad:

Hay otras zonas que no debemos perdernos, como Prelauzer Berg, que nos da una ligera idea, de lo que era el Berlín de antes de la Guerra, el Palacio de Charlottenburg, la Sinagoga, los patios de Hackensher o el étnico barrio de Kreuzberg. A unos 20 minutos tenemos Postdam como ciudad vecina, con su fastuoso palacio de Sans Soucci.

Comiendo en cualquier Imbiss:

Y no puede faltar un buen y contundente plato de salchichas con sauerkraut y litros de cerveza. Pero Berlín es mucho más que edificios emblemáticos, grúas y competencia de edificios de diseño. Siento no recordar el nombre concreto.

Es una ciudad en continua transformación y sobre todo tendencias que fluyen en cada esquina. Es sin duda, la urbe que más se esfuerza de todo el mundo, por presentar una sorprendente y nueva faceta alternativa.

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