CASABLANCA EN UNAS HORAS

La ciudad más populosa de Marruecos, es una dama alegre, blanca, mundana y cosmopolita a rabiar. Aunque queda un Café de Rick, y los rudimentos de una especie de Medina, creo que lo que caracteriza a la urbe es intentar ser el espejo de la urbe más moderna de Marruecos. 

Una declaración de intenciones de que la ciudad mira decididamente al futuro,es el edificio del Hotel Hyatt. La animación es constante en esta especie de confluencia de culturas, y estilos. Tráfico, vendedores, modernos jóvenes, mezclados de forma armónica con los sectores más tradicionales de Marruecos de toda la vida.

Mi recomendación en Casablanca es callejear de forma moderada, por el centro, sobre todo para ver los logros urbanos de la ciudad, en cuanto a su urbanismo, y que hereda decidicamente una traza inspirada en las ciudades francesas, con ajados ejemplos de arquitectura «Art-Deco», y que en muchos se concentran en el entorno del Boulevard de Hassan II. Hay dos plazas, que en si,  y por sus dimensiones son enormes agoras, en donde podemos ver la vida bulliciosa de la ciudad. Al final del Boulevard de Hassan II, la Plaza de Mohamed V, con una enorme fuente, edificios como correos, los tribunales, y al fondo la blanquísima catedral del Sacre Cour. Y más atrás la Plaza de La Liga Árabe, una de las plazas más grandes no solo del norte de Àfrica sino de medio mundo.

De ahí, deberemos fiarnos de la pericia de los taxistas marroquìes que nos llevaràn maldiciendo todo los que se encuentran en su camino, en una exhalación, a dos puntos importantes. Uno la zona de Habous, construída en el siglo XX, e imitando la arquitectura tradicional árabe, como nueva Medina, plagada de artesanos, y con una Plaza, en donde podremos contemplar las elaboradas puertas del Palacio Real.

Y eso que el rey actual, no se aloja aqui cuando visita la ciudad, sino en una lujosa residencia en las afueras de Casablanca. Pero donde vemos el poderio de la ciudad es en su caracter de rompeolas del Atlántico, en donde se ha construido la Mezquita de Hassan II, en si una de las más opulentas del mundo. Marmol, cristal finísimo, madera tallada, en unas dimensiones faraónicas e impropias de un mundo práctico como el actual. Y anclada en medio del mar. Nos sentiremos maravillados de la magnificencia del conjunto. Aunque nos parezca un dispensio delicioso, es quizás una de las aportaciones màs interesantes de la arquitectura actual.

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