CROACIA EN L´AUSTRAL: Hvar

Una de las islas más grandes de Croacia, pronunciada “juar”, es también un prestigioso destino veraniego, y una de las islas más hermosas del Mediterráneo según Conde Nast Traveller. Desde luego, Hvar enfrente de Split no forma parte de la “Croacia inédita”, ya que mostraba un aspecto también plagado de turistas. La capital de unos 11.000 habitantes tiene como todas las ciudades de Dalmacia, un relativo parecido con la arquitectura veneciana, de donde se inspira.

Un fuerte ruido de despierta, antes de que mi amable camarero me traiga el desayuno. Cierto que tomarlo en cualquiera de los comedores, es una experiencia adecuada, pero tener un balcón directo al mar, es obligado usarlo al máximo. El ruido en cuestión no era del barco de Jadrolinea, que nos estaba adelantando y que une frecuentemente Split con la isla, sino un rayo de nuevo. El mar y el cielo estaba negruzco y otra tormenta amenazaba con aguarnos la fiesta.

Explorando el entorno rural de Hvar. 

La verdad, es que tardamos poco en tener un verdadero diluvio. Parece ser que la escasa lluvia que cae en la isla se concentró toda el día que llegamos nosotros. El siempre servicial personal de las excursiones mostraba una especial frustración por las condiciones climatológicas. Había reservado algo llamado “Fuera de la rutas habituales, Hvar en 4X4” con los que exploraríamos las partes más recónditas de la isla. Ciertamente no era el día para aventurarme por acantilados, caminos vecinales, montañas y por el centro de la isla.

Pero que diablos; haber sobrevivido a la experiencia de conducción de Montenegro, esto se mostraba como algo muy “light”. Y eso a pesar de que cruzábamos por anegados caminos, nuestros todoterrenos patinaban al subir, y nos encontrábamos con coches locales de frente en las vías estrechas de las montañas, que producían situaciones “interesantes”. A pesar de la lluvia, me pareció una experiencia muy inédita, y hasta un poquito de aventura. Se trataba de eso. Fusionarse con un entorno mucho más local.

A pesar de que los cristales de los vehículos se mostraban empapados, por la incesante lluvia, y no se podía ver demasiado, podíamos ver en un entorno ciertamente agreste, los cultivos locales sobre todo olivo, viña, y lavanda, siendo uno de los cultivos más importantes de la isla.

Malo Grabje y Vidikovac

Más caminos aislados, para llegar a la parte más interesante del tour que fue llegar dos pueblos abandonados por lo menos de noche como Malo Grabje y Vidikovac. No solo eran escénicos, tìpicos sino que además tenían un aspecto nostálgico y enigmáticos. Encajonados en unos valles, todavía quedaban vestigios de momentos más felices.

El sol brillaba y la naturaleza virgen del lugar, no solo hacía brillar la maleza de las casas en ruinas, sino que despertaba los olores de la naturaleza siendo el momento deliciosamente fragante. Higos, pino, lavanda, orégano mezclado con flores. Todavía quedaban presas de oliva, hornos tradicionales, y una melancólica iglesia cuya campana no volvería a tocar. Nuestra dulce guía tenía preparado para nosotros tomar un vino local, y la grappa croata debajo de una parra. Momentos increíbles.

Hvar

Terminamos nuestro tour en lo alto de la capital de Hvar, en la llamada fortaleza española, desde donde se veía la blanquísima ciudad antigua, y el puerto atestado de turistas, que se concentraban en las terrazas, tras haber salido el sol, y nuestro barco. Un poco de callejeo en la ciudad antigua, inmaculadamente conservada: Monasterio de San Francisco, Catedral de San Esteban, palacios venecianos de todos los destinos, y escondidas plazas con iglesias muy bien conservadas. Como siempre, otra joya monumental. Después de días de actividad, hoy si descansaría.

De vuelta al barco

Pude encontrar una mesa en el exterior para comer una potente ensalada, y otro clásico de la compañía que es la Tarte Tattin, como siempre algo muy francés. Después leer, tomar el sol, para tomar el té de la tarde en el salón principal.

Después de una siesta larga en un sofá de una de las cubiertas, me duché para la cena. Antes un poco de música de piano con Olga, una excepcional pianista rusa, una bebida, y unas tapas espectacularmente elegantes en el Salón Karikal. Los últimos tenders estaban regresando. Como dije al principio, la comida es un punto fuerte en Compagnie du Ponant a pesar de tener menús algo limitados.

Tome un pescado exquisito estilo Saint Pierre exquisito, con un postre de chocolate soberbio. No quiere eso decir que toda la comida, sea perfecta, y que no haya habido opciones que no me hayan gustado.

Claro que por ejemplo la pasta en el buffet italiano estaba cocinada de forma mediocre, o que las alternativas españolas eran una aproximación mejorable, pero es un buen conjunto, en donde casi todo es más que digno, y muchas de las cosas, rondan las perfección. Y siempre con la sutileza y finura, de un gran restaurante de autor.

Quería disfrutar de uno de los últimos shows, más concretamente el “Amour” en el teatro, uno de los más grandes en un barco de este tamaño. Fantástico. Una mezcla de club de vedettes parisino, y un musical de Broadway. Personalización es que el comandante piense más en los pasajeros, que en cumplir un programa.

Nos había sorprendido con un cambio en el orden de la escala de Dubrovnik para evitar las masificación, y como en este caso la mañana había sido lluviosa, anuncia a las seis, la hora de la partida, que prologamos la estancia en una soleada Hvar, hasta las diez.

De esto se trata una naviera premium. Anticiparse a las expectativas. ¡Bravo¡

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