CRUCERO MSC OPERA 6) Sao Paulo y la vuelta


  LLegamos a Santos, con una lluvia bíblica. Es la ciudad costera más cercana a Sao Paulo, y el principal puerto del país. Una entrada muy hermosa con algunos edificios de interés en su centro, y el jardín de playa más grande de Brasil. Hay decenas de conexiones tanto de autobuses, taxis privados, agencias de tours para plantearse traslados pre y post crucero. Si volamos al/desde el aeropuerto internacional de Sao Paulo, hay que prever tiempo adicional por el intenso tráfico de la ciudad, y conviene usar la compañía de taxis Guaracoop.


La verdad es que opté por no complicarme la vida, y reservar un traslado privado, con un guía local que incluía una visita de día completa en Sao Paulo. . Quizás la escala menos atractiva. Sin embargo, no se puede visitar Brasil sin tomar el pulso a su capital financiera más importante. Sao Paulo pasa de ser algo más de una compendio de altos edificios. Parques atractivos, un mercado local, y el museo del fútbol entre otros atractivo hará las delicias de los visitantes. Su Avenida Paulista, una especie de Quinta Avenida concentra además de los edificios de los grandes emporios industriales brasileños, ejemplos de arquitectura de Niamayer. El centro, en el entorno de la Se (catedral) no resulta especialmente atractivo salvo por sus arbolados boulevares, cafés de moda, y vida urbana incesante.


La verdad es que, a pesar de todo, disfruté también de la visita en una una urbe muy vital, y que representa la pujanza de un país en plena efervescencia. Parques, mercados, y sobre todo caminar por sus atestadas avenidas, antes del traslado al aeropuerto de Sao Paulo, para volver en vuelo nocturno a Lisboa. Tocaba volar de noche, cosa que no me gusta especialmente sobre todo en una zona tan especialmente inestable. Una enorme borrasca, estaba produciendo graves innundaciones en Rio de Janeiro. Sin embargo, y tras un media hora incomoda, tengo que reconocer que el vuelo de vuelta fue también bastante placentera. Volviendo a despertar cuando enfilaba el avión las pistas del aeropuerto de Portela en Lisboa, no sin antes tragar a toda prisa el desayuno. Tras una larga espera, los vuelos siguientes hasta casa, fueron propios de una España con un enorme anticlón. 

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