MARSELLA: Seis cosas que me gusta hacer

Marsella es una ciudad dura, áspera y complicada. A pesar de ser la cuna de la esencia de Francia, y corazón de los logros marítimos comerciales y coloniales de Francia estaba eclipsada, por el esplendor de la Costa Azul. Desde Marsella partieron 500 voluntarios cantando la Marsellesa (luego el himno de Francia) para ayudar a liberar Francia de la tiranía real. La Segunda Guerra Mundial, su ocupación nazi, y la destrucción de parte del casco histórico a manos de los alemanes y luego aliados, hizo que la gran urbe provenzal de sur comenzase a decaer de forma irremisible. 

Después de los graves disturbio raciales de los setenta, la ciudad era un paréntesis turístico. Cierto que era la tercera ciudad de Francia, su puerto el más importante, y más tarde se produjo una industrialización masiva (astilleros, refinería, etc). Aunque no suficiente para ser un destino turístico de primer orden, hasta que el boom de los cruceros puso en el mapa a la ciudad.

Coqueta, próspera, luminosa y rehabilitada Marsella enseña orgullosa su patrimonio, cuyo centro se articula en torno al delicioso puerto viejo llamado Vieux Port. He visitado Marsella decenas de veces, casi siempre por mar. Y es muy festiva, visual y luminosa. Desde donde nos dejan los shuttles del puerto (Quai du Port), el bus y tren turístico nos pasean por los puntos claves.

Hay seis cosas que me encanta hacer.

 1.-Subirse al bus turístico.

Marsella es vasta, y sus atractivos están desperdigados. La arteria principal la Canebiere, que sale desde el puerto al norte, concentra opulentos edificios y la vida comercial. Además de la Oficina de Turismo (wifi spot), tenemos calles adicionales en donde encontramos lo más florido de la poderosa ciudad a los largo de los tiempos.

Bolsa, Ayuntamiento, Palacio Longchamp, Perfectura, etc. A ella confluyen bulevares decimonónicos por donde es un placer pasear. Más allá podremos llegar la basílica de Notre Dame de la Garde, la respuesta a la parisina, o la Catedral nueva encima en una esquina de la Panier.

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2.- Comprar jabón: 

 ¿Jabón?. Si. El mejor del mundo. La provenza ofrece prodigiosos ingredientes, como aceites esenciales olivo, lavanda y otras flores. Ha hecho, que sean combinados de forma magistral para ofrecer el mejor jabón boutique del mundo. Con denominación de origen debe contener un 72% de aceites esenciales, ser natural y biodegradable. Desde la primera fábrica en 1593 es una de las industrias más florecientes. Me gusta mucho la Savonnerie Marseillese. Una dirección esencial de calidad, y buen gusto. En 47 de la Canabiere, y filiales en toda la ciudad.

3.- La Panier:

La tosca y ciudad portuaria del pasado,  ha dado paso a una ciudad más sofisticada. Si queremos saber como era su corazón histórico, cuando sus marineros se perdían por garitos de mala reputación, y como vivía la población más local, debemos entrar en la Panier. En una pequeña colina a la izquierda del Vieux Port.

Una red de callejuelas laberínticas, casas históricas, y esquinas llenas de tipismo. Aunque fue barrio deprimido ahora es la parte más bohemia de la ciudad. Ideal para encontrar un buen bistro, tienda de artesanía, o chocolatería local.

4.- Pastis:

El anís en una planta que ha dado licores varios a lo largo del Mediterráneo. En España, gozamos de un Chinchón excepcional. Los griegos se vanaglorian de su Ouzo, y en Marsella discuten que su Pastis es el mejor de todos ellos. Liviano, pero más amargo, es un aperitivo perfecto si se añade hielo y agua.

Con tramontana, o sin ella, me gusta la terraza del Café Samaritaine. El café tradicional y famoso por excelencia. Es un lugar perfecto para relajarnos y disfrutar de un buen Pastis a cualquier hora del día

5.- Una bullabesa:

Marsella ha dejado de ser una ciudad de pescadores. Pero detrás de la pintoresca Quai de Rive Neuve, en la parte derecha del puerto viejo, todavía encontramos la parte más tradicional de Marsella.

Calles con decenas de restaurantes y locales más o menos caros, y con el mejor producto. No son baratos, pero la bullabesa es esencial.

Una sopa compacta muy marsellesa, y popular que se se hacía con los restos del pescado que no se vendía. Hoy se marida con un buen vino, en locales de moda, siempre con una tostada de Ali oli encima.

6.- Visitar el MuCem

Marsella es una ciudad de museos, pero al lado del fuerte San Juan, uno de los que de defendía la ciudad y la hacía inexpugnable, está la nueva estrella cultural de Marsella. Los cubos del MuCem, edificios de autor, son una atracción esencial de Marsella e impactantes en si mismos.

Diseñados por el famoso Rudy Ricciotti, son un capricho sobre agua, que acogen uno de los museos más interesantes de Francia. Unos 15.000 m2, aloja el Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo. Unos de los museos arqueológicos más importantes de Europa.

Información del museo

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