Viajando en el Crystal Serenity.


Por fin ha llegado el día. Cuando buscas un crucero que se acerque lo máximo posible a la idea de una singladura perfecta, la diferencia está más clara que el cristal. O sea, como dicen los americanos Crystal Clear. Premiada durante 16 años consecutivos como la mejor compañía de cruceros con barcos grandes, por Conde Nast Traveller, la naviera es fundada en 1988 con el Crystal Harmony (ahora Asuka), por la empresa de contenedores nipona Nippon Yusen Kaisha. Su idea es clara. Servicio de lujo, tradicional, elegante y tranquilo con una cierta aproximación al Fen Shui. El Crystal Symphony es construido en 1995 en Finlandia, y el Crystal Serenity en Francia en 2003 ofrecen un mar de opciones, y mucho espacio para compartir con pocos pasajeros. Después de sentirme cautivado por el Symphony en las Islas Griegas quería probar el hermano ligeramente mayor en un mini desde Roma a Barcelona. 

Día 1. Viaje y embarque


Hace tiempo que he perdido la esperanza, viviendo en provincias, de llegar a puerto el mismo día y minimizar los efectos de algo que cada vez me gusta menos: volar y pasar por los aeropuertos, sobre todo si es un monstruo inoperativo como Barajas. Bendita Ryanair y Tryp Diana, que sigue ofreciendo soluciones economicamente razonables para las pernoctaciones en Barajas. La península ibérica se encontrada envuelta en un espeso manto de nubes, siendo el vuelo a Madrid, ideal para contar las decenas de tonalidades blancas que tienen las nubes.

Cena con amigos en Madrid, da siempre el mismo resultado, que son pocas horas de sueño para tomar los primeros vuelos de la mañana. Shuttle a las 4:00 de la madrugada, para salir en el AZ59 a Roma.

Eso si, la eternamente vilependiada aerolínea italiana, que en este particular vuelo llevaba un 90% de chinos, ofrece pantallas individuales en cada asiento. ¿Será ya una compañía civilizada?. Tras el “pantagruélico” catering, me dije: “vaya pues no, ilusa percepción la mía”. Treno da Roma-Fiumicino a Civitavecchia (unos doce euros con cambio en Roma-Trastevere), y me presento delante de la criatura.

Cielos, es grande, blanco y desafiante. Crystal quiere llevar la contraria a la tendencia generalizada de que las navieras de lujo deben operar barcos pequeños. Me da un poco la impresión, que domina la idea de “dar mucho espacio, y que los pasajeros respiren a sus anchas”.

Viendo que un barco de ese porte tiene un número limitado de tenders, supe que no me tropezaría con muchedumbres. Por encima de aburrir con datos y más datos, fácilmente extraíbles de internet sobre Crystal Cruises, lo importante es saber, que la hace tan preciada, y tan especial, y para ello quiero meterme cuanto antes. Y la sensación de inmensidad se ve cuando al lado del Splendida no desmerece. Un pequeño detalle, que resultaría ser muy destacable. Mientras que el Serenity tiene solo cuatro tenders de un lado, los otros barcos oppps….ya cuento más de diez.

El Serenity ha sido renovado recientemente. La verdad es que para competir con el Marina y el Riviera necesitaba un aire un poco más fresco. Sigo prefiriendo el Symphony, porque es mucho más equilibrado en interiores y en tamaño, y quizás el Serenity se pase un poco de tamaño. Sin embargo cuando mi mayordomo Sasa (privilegio de ir en la cubierta 10, que es lo vip dentro de lo vip), me abre la puerta de mi suite 10073, solo puedo decir wowwww…..jamás había visto una suite tan hermosa, y sobre todo decorada con un gusto impecable. Ni parece un NH, ni tampoco peca de exceso. Hotel boutique?, 
Algo más. La verdad es que sobran las palabras, y solamente se constata la impresión con algunas fotos. ¿Puede haber una suite más exquisita a flote hoy en día?. La verdad es que es complicado encontrarla. Por supuesto, con todo tipo de detalles inimaginables. Penthouse Suite, en cubierta 10 y 11, es un concepto vip dentro de un barco ya vip, con una serie de detalles individualizados. Minibar, una moderada cantidad de bebidas alcohólicas, lencería exquisita, fruta fresca, canapés y snacks pre cena, servicio de cena plato a plato en la suite, chocolate de alta calidad, etc. La verdad, que lo mejor que el dinero puede comprar. Adicionalmente detalles tan mega pijos como: que el mayodormo te deshaga la maleta, limpieza de zapatos, planchado incluído, o «tea service» en la suite. Traslados al aeropuerto en coche privado, etc. 
Exploración minuciosa. Seguimos teniendo un enorme hall con la usual vidriera Crystal, y los colores pálidos y poco llamativos. Algunas cosas destacables de las cubiertas 5 y 6 que es donde se concentran la mayor parte de las instalaciones. Serenidad nipona, armonía fen shui, con toques de hotel, mega o sea. Hay espacios que siguen sin encajar en la armonía, pero la verdad es que otros como el salón de fumadores sigue, estilo colonial, sigue siendo opulento. Los restaurante especiales no tienen la brillantez decorativa del Symphony, pero prometen dar cenas memorables. 
Reservo de forma inmediata para el oriental el Silk Road. En cubierta, hay elementos contradictorios. Se han cambiado los muebles de cubierta, con una sucesión de tapicerías coloristas tipo “amanecer del caribe” lo que le da un aspecto sofisticado a la vez que modernos, y alegre. El buffet es inusitadamente austero, y creo que el Palm Lounge en proa, donde se celebran los famosos “tes” Crystal ha perdido con la renovación. El servicio de té ha mejorado, con una loza de Wedgewood más sofisticada.
Regreso a mi cabina, y Sasa había inteligentemente interpretado, que el snack pre cena, sería maravilloso en cubierta mirando como el sol se ponía en Civitavecchia. Cierto que el horizonte era un poco plumbeo, pero sin duda esos son los pequeños detalles que hacen de un barco de lujo, una experiencia sencillamente perfecta. Con el nivel de precios actuales, no logro entender, porque no salimos a la caza de la mejor tarifa Crystal, nos dejamos de experiencias descafeinadas. 

Hora de la cena, y aunque el restaurante principal no es especialmente llamativo, todo se sirve con la ceremonia que requiere. La salida será tardía, y los pasajeros de Roma vienen especialmente agotados. Revitalizado con un jacuzzi con los exquisitos productos de AVEDA de la suite tocaba entrar en contacto con la primera oferta gastronómica de Crystal.

Las quesadinas de pato del Café de la piscina habían superado las expectativas, a la hora del almuerzo. El Crystal Restaurant es moderadamente refinado, aunque es una de las típicas esquinas que necesita un aire un poco “más fresco” y actual. Una de la cosas que está a punto de terminar en Crystal, para no ser una naviera cuestionada como “de lujo”, es la necesidad de pagar la bebidas (incluso en categoría Penthouse). De hecho, salvo refrescos, agua, y una botella de champagne, dos de vino y algunas cervezas, al igual que Oceania, cuyo Marina y Riviera están rivalizando con Crystal, hay que pagar las bebidas. La naviera acaba de caer en este pequeño detalles, y a partir de 2012 tendrá las bebidas incluídas. Algo imprescindible.

Como el día había sido especialmente largo, el show demasiado convencional, con la tipica manía del humorista que hace participar a los pasajeros (algo muy anglosajón) y tras un Martini en el lugar más sofisticado de la nave el Avenue Saloon, dormí a pierna suelta. De hecho nada sorprendente teniendo en cuenta la calidad del colchón, lencería, y las cuatro “situaciones lumínicas” de la suite. Desde bright (intenso) a modo “relax”.
Día 2: ¿Florencia sin gente?.

Absolutamente. Algo que no tendría que sorprender en pleno noviembre. Descubrí a Jesús Morilla, un camarero peruano, que brillaba por su carácter dicharachero, y ex Happy Cruises. Son detalles, que se valoran, como que sin pedirle o informarles, y tras saber que era español me trajo una jarra de leche caliente para el desayuno. El lujo es anticiparse a las necesidades de los pasajeros. Todo el que haya viajado alguna vez en un barco americano, sabrá que conseguir leche caliente para cafés, descafeinados, es misión imposible. Gracias Jesus. 
Cierto que las excursiones de Crystal son absolutamente deliciosas, sobre todo una a la que había puesto la vista: “Siena en Ferrari privado”. O sea, solo con escuchar en ronroneo del motor de esta hermosa maquina, me entraban calores. O sea como una especie de orgasmo. Lástima que el antídoto, para el impulso fueran los 8000 dolares que costaba dicha aventura. Tocaba un paseo invernal por Florencia en los cochambroso trenes de Trenitalia. Lo usual: 13 euros, y a las doce estaba paseando por la magna ciudad toscana, en un día particularmente luminoso, y agradable.
Como llegué con un hambre cánima decidí probar el “In suite dinning”. O sea comida merienda en en la terraza de mi suite, mirando las cicatrices de Livorno, ya que debido a ser invierno habíamos fondeado muy cerca del centro. Y por supuesto probé “comida basura”. O sea, una inmensa hamburguesa que no cabía en la boca, y que por cierto estaba sencillamente insuperable. Sasa, consiguió traermela en solo siete minutos. Una película, el celestial masaje de piedras, y algo también muy americano. Hoy tocaba “Thanskgiving”, o sea cena de acción de gracias. Por supuesto no podía faltar: pavo y pastel de calabaza.

 Por otro lado, siempre he sentido un cariño especial por Livorno. Una de las pocas urbes italianas machacadas en la Segunda Gran Guerra; es como solamente el puerto de entrada de la bellísima toscana. Si uno se molesta en callejear por sus calles todavía descubrirá esplendidos edificios de principio de siglos, alguna iglesia antigua, plazas intactas y muy grandilocuentes, tiendas tradicionales y sobre la “Pequeña Venecia”. Cualquier parecido es un insulto pero resulta agradable para pasear y quemas las calorías. Los Crystal suelen salir a las nueve de la noche, con lo que el aprovechamiento de las escalas es pleno.

Cena de nuevo, pero el intenso olor a pavo, cramberies, y pastel de calabaza me hizo optar por algo más liviano, no sin antes darme una vuelta por la maravillosa biblioteca. Más de 3000 volúmenes, de libros y DVSs, equipos de audición Yamaha, además de cascos Bang & Olufsen hacen del lugar el lugar perfecto para reposo, descanso, y dormitar entre horas muertas. El Computer University@Seacon sus impresionantes monitores Mac, ofrecen una de las mejores centros de internet. La opción gastronómica de hoy sería el Taste Café de piscina, que de noches se convierte en un informal bistro iluminado con tenue de luz velas. No podía haber elegido mejor.
Dos gurús de la gastronomía asesoran gastronómicamente a Crystal: el nipón Nobu Matsuhisa que como buena naviera japonesa deber ofrecer lo mejor de lo mejor de la comida oriental, y Piero Selvaggio en los restaurantes especiales. En el restaurante principal el chef es Werner Brenner, que a pesar de sonar a dibujo animado, ofrece una dosis elevada de calidad. Las opciones de hoy serían sopa de maíz, sutil y suculenta, y una fantástica ensalada de queso de cabra, nueces caramelizadas, cítricos de Sorrento, y por supuesto un delicioso helado de menta y chocolate, del Kiosco de Helados algo insuperable en la compañía. Antes de retirarme con un DVDs, en el cine se repartían palomitas de forma tradicional antes de la película.
Día 3 Navegación: Se trata de entretenimiento.

Un día entero en donde Crystal brilla con luz propia. Cualquier persona con conocimientos de inglés, y con un mínimo interés cultural sentirá el peso de las actividades de Crystal. Tantas, y tan variadas, que la hacen la compañía perfecta para un viaje trasatlántico.

Después de un desayuno contundente en el camarote, mirando a un mar inusitadamente tranquilo, contemplo algo muy característico de Crystal. No es que la cubierta de paseo que rodea todo el barco, sea llamativa, o que sea especialmente ancha. Lo que sorprende es que sea abierta, sin obstáculos, y sobre todo sin tenders, que están estratégicamente colocados en cubiertas pequeñas más abajo.

No es que las actividades de enriquecimiento sean relleno sin interés. Nada más lejos de la realidad; es lo esencial de cada crucero Crystal. La verdad que la lista es infinita, y no sabía por que decantarme. Veamos pasemos lista: Clases de italiano y Español supervisadas por Berlitz, Golf para principiantes por la PGA, Como tocar teclados, clases de informática en el Computer @nd Sea, tres tipos de seminarios diversos de pintura Odyssey Art Gallery, Ocean Views, o sea charlas interactivas, y charlas con figuras relevantes, seminarios de salud, belleza, actividades deportivas, bailes de salón, cocina….y todavía más. Las elegantes boutiques estaban ya atestadas, y no precisamente de puestos de baratijas fuera de ellas, sino con productos de calidad.

Mientras tanto, algunos pasajeros tomaban el capuccino de medía mañana en Bistro, y la decoración navideña comenzaba a ser instalada. Una cambio de color dentro de la “serenidad” de los tonos verde agua, grises y ocres que domina muchas de las instalaciones. Muchos pasajeros, parecen tomarse muy en serio la relajación, en todos los ámbitos. 

Ciertamente es un barco americano, y un producto americano gourmet. Sin embargo el día comenzaba a ser muy “casero”, no porque echaran una película de Tosar en la televisión, o porque en las cartas del restaurante tuvieran Albariño, sino porque el tradicional buffet mediterráneo de la piscina, entre sus opciones venía “Pulpo a la Feria (o sea Fairground Octopus), ¡manda carallo¡. Vendría con platos de madera, y muñeiras. Prometía ser algo curioso. Sin duda, el buffet Mediterréneo un bomba de sabores de Marruecos, España, Grecia, Italia, Turquía, Líbano etc, pero el pulpo dichoso, cumplía simplemente con resultar una fresca ensalada de verano. En la cubierta de la piscina, iluminada por una deliciosa temperatura invernal, ofrecía el escenario perfecto para la relajación. Simplemente dejarse flotar, a rítmo de melodías clásicas. Clase de acuarelas, que como en otras ocasiones resulta perfecta es hora de brocados, oropeles, puñetas (con perdón) y volver a la sofisticación de la época de Mozart, con el famoso Mozart Tea, con música de cámara, vestuario tradicional y sobre todo una inmensa cantidad de dulces.
La noches ofrecía dos puntos fuertes. Noche de gala que en Crystal es como Dios manda, con smokings dominando los salones, y probar el reputado reputado restaurante oriental Silk Road, que si se parece al del Crystal Symphony es un desfile de sutileza gastronómica oriental. Previamente el cocktail del capitán en el Palm Court. Tenía referencias del restaurante oriental, cuando navegué en el Symphony. No es un lugar especialmente hermoso, hasta diría espartano, y que requiere también atención, pero la cocina es destacable sobre todo en lo que refiere al plato estrella que es la caja Nobu, una especie de compendio entre mar y tierra, todo primorosamente colocado en una cajita de madera. 
Antes, una buena ración de Sushi, compartiendo mesa con el famoso tenor y amigo Miguel Borrallo, y Eduardo el international Host, que asiste usualmente al pasajeros de habla hispana. No es una naviera que preste espacial atención a la idiosincrasia del pasajero latino, pero la persona que viaje en Crystal, suele ser culto, sofisticado y sin problemas.

 Miguel nos amenizo con su portentosa voz en el Karaoke, antes del show. Era la noche de gala, y lo normal en el Crystal es la etiqueta, y el vestirse adecuadamente para cada situación. Dominan los smokings, trajes oscuros y por supuesto, algunos kimonos tradicionales en muchas damas niponas. O sea, navegar a la vieja usanza.

Showtime, que tenía esta noche su punto fuerte. Producción estilo Broadway. Quizás pensemos que Crystal, peca un poco de falta se innovación de su entretenimiento. Craso error, la media de edad suele ser alta, y sus pasajeros piden shows tradicionales, aunque muchas veces echemos en falta algo más moderno. El show fue la convencional mezcla de estractos de musicales (Cats, Los Misesables, Chicago, y por supuesto el apoteósico final de Mamma Mia. Nada destacable, pero cumplía con la tarea de entretener a una audiencia aburrida, y muy poco entregada, mas ocupada de dar cabezadas.

Dia 4. Atafulla mon amour
El Crystal Serenity duerme en Barcelona una noche, y esto permite a sus pasajeros, disfrutar la vibrante vida nocturna de la ciudad catalana. Conozco Barcelona, y quien me conoce sabe que tengo una predilección especial de por la localidad tarraconense de Altafulla. Tradicional, bucólica, con su paseo marítimo de pescadores, los encantos de la Vila Closa y el aire intemporal de todas sus esquinas.

Comida en el San Fransec, caña en el Voramar, y descubrir los maravillosos acantilados de los Munt. Por la tarde visita de la Vila Romana de los Munt, y por supuesto no hay nada más hermoso que debejarse cautivar por las vistas más hermosas del Mediterráneo. Alguien muy querido por mi, es el causante de esta pasión Altafullense. Es lo que tiene, recomendar tu entorno más íntimo. Viene alguien de fuera, y te roba tu referencia. Como dice el: “su sonrisa interior”. Eres grande. Tu me entiendes.

La verdad es que Crystal permite hacer muchas cosas, o no hacer nada. Y si tienes un mayordomo a tu disposición, debes sacarle partido. Había probado todo, salvo el Prego, ya que la cocina italiana no deja de ser una insoportable sucesión y mezcla de hidratos, queso y tomate. Había llegado tarde al restaurante principal, y el buffet casual no funcionaba esa noche. ¡Que diablos¡, como pasajero de Penthouse Suite tengo en privilegio de lo llamado “Insuite Dinning”. O sea, tomar plato a plato, la cena del restaurante principal, con la misma parafernalia, servido por mi mayordomo. El escenario es una delicia, cuando tienes hermosos atardeceres en el mar. Nada de llegar a tu encorsetado turno, nada de vestirte. Simplemente tomarse un baño de espuma en el jacuzzi, colocarse el albornoz de Frette o el kimono, y esperar a que se coloque la mesa con la misma parafernalia que tendrías en el comedor principal. Las vistas eran al puerto de Barcelona, pero la sensación impagable.

Dia 5. Regreso.
Es lo que tienen los minis. Cuando te haces a la idea, se termina. Tocaba despedirse de la tripulación, tomar el último desayuno, y de forma pausada y tranquila desembarcar sin muchedumbres, ni esperas. Nadie te acosará para que dejes tu suite antes de una hora determinada, y todo lo harás con pausada calma japonesa. Era un día especialmente complicado en Barcelona, porque había una especie de Maratón, con lo que el entorno de la Plaza de Cataluña estaba cortada, para tomar el autobús al aeropuerto

 Domingo, aeropuerto tranquilo. Atmósfera muy tranquila, y perfecto para dormir, relajarse y sobre todo recapitular ideas de la magnífica experiencia en la sútil compañía. Elegante, tranquila, tradicional y sobre todo con las pautas de hacer casi todo de forma razonablemente bien. Un producto a considerar seriamente.  

0 thoughts on “Viajando en el Crystal Serenity.

  1. Wow, tengo una vajilla Wedgwood! No voy en Crystal, pero casi…;-) Lo del pulpo, a pesar de quizás estar bueno, da cierta rábia ¿No? En general la decoración parece agradable, así visto en foto, aunque me gusta mas otro tipo de ambiente, eso sí las moquetas me fascinan, todas espectaculares, me encantan. Quizás un día de estos haya taxis low cost…

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