BIRKA PARADISE: El Caribe en el Báltico

Después de maravillarme con los placeres de Estocolmo, me tocaba cambiar de país. Cualquier persona, se iría de Estocolmo a Finlandia volando (cosa que no me gusta), o usando la ingente red de ferries que pululan a diario entre cada uno de los países Escandinavios. Silja, Viking, etc son poseedores de inmensos buques, que son parte del transporte regular en el Báltico. Miré hacia la terminal de Birka en Stadsgardsleben, en Södermalm, tras cruzar el puente de la parte sur de Gamla Stan

                Era un día explendido para navegar; el pequeño Birka Paradise, un barco de 34000 toneladas, me recordaba sospechosamente a un barco de Royal Caribbean. Una especie de versión «baby». No te confundas, no es un ferry más. Los suecos son educados, amables, pero taciturnos. Sueñan en sol, y la compañía Birka tuvo la brillante idea de unir Estocolmo y la capital del archipielago Aland, entre Suecia y Finlandia, como linea regular, pero usando un barco de crucero, diseñado como barco de cruceros propiamente dicho.

Cuando me embarqué visualicé varias cosas. No hay cubiertas de coches, se nos da la bienvenida como un crucero, y los Suecos, por unas horas pueden imaginarse que están en un caribe «de pega», en donde pueden dedicar su tiempo a sus pasiones favoritas, Beber, comprar en el duty, y tomar el sol en la cubierta acristalada del Birka Paradise (hoy Birka Stockholm). Una especie de versión kitsch de un crucero por el caribe.

Construído en Aker Finnyards en Rauma Finlandia, vemos atrios luminosos, ventanales redondos en proa como en los barco de Royal, ascensores panorámicos de cristal. A ritmo de ABBA, zarpamos. Por cada esquina hay palmeras, y escenas caribeñas. Y aunque mi camarote Superior es más pequeño que el de un barco de crucero, una enorme escena del Caribe me hace pensar las intenciones de la navieras.

Spa, piscina, tiendas, buffets, y restaurantes por doquier, un bar con 200 tipos de whisky, y suecos que a las dos horas se les notaba un alto grado de alcohol. No te inquietes. Su beber es civilizado, y nada molesto. Se colocan en un lugar y «drink, drink, drink».

Mi objetivo es perderme en uno de los lugares más enigmáticos de Europa. Un estado finlandés semi autónomo, en el Báltico entre Estocolmo y Turkú. Poca gente fuera de escandinavia es consciente de la existencia de este escondido Shangrilá. No iba a defraudarme.

Iba a agradecer mi visita a Aland eternamente a mis amigo finlandés Udo, que lo recomendó como el paraíso más recomendable del Báltico. Un lugar secreto. Primero a navegar en un mar tranquilo.

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