NAVEGANDO EN ASIA CON SILVERSEA: Unas horas en Bombay

El sol entraba por las ventanas del hotel de Bombay. Eran mis primeros rayos de sol en el intenso país asiático. Había llegado a las 6:00 de la mañana, tras un irregular vuelo de Qatar Airways, dos horas para pasar la aduana, y un pintoresco incidente con un taxista de Uber indio, por el que por un error en el navegador me había trasladado a un suburbio de chabolas, en vez del hotel del «pijo» barrio colonial; sonreí. Anécdotas de un viaje. Solo había tenido dos horas de sueño, tras caer rendido.  

El día era especialmente luminoso. Miré a la vegetación tropical, el comienzo del bullicio matinal, algún edificio colonial a distancia, y al otro lado el Océano Indico, en el elitista paseo Marine Drive. Era la India más extrema. Aun en un barrio de chabolas, un turista occidental nada tiene que temer. Tras un mediocre desayuno indio, del anodino Park Hotel, por estar el Raj Towers completo, me reuní con el guía local. A las primeras horas de la mañana, mientras que Europa se moría de frío, la canícula hacia ya estragos. Dos días iban a ser suficientes para saborear la urbe india. Al día siguiente, embarcaba en el Silver Spirit, en una ruta por Asia, hasta Singapur. 

Bombay. Solo con mencionarla, uno se sobrecoge por el peso de su historia. Una de las ciudades más populosas del mundo, segundo puerto de Asia, es cuna de las mejores fortunas, y en donde infames barrios de chabolas se trufan de forma curiosa en el tapiz urbano. No es una ciudad, compacta, sino con retales pegados sin mucho orden. Sam, mi guía esa mañana me da una botella de agua, y comenzamos la exploración con los ajados edificio coloniales de Colaba. Ayuntamiento, Biblioteca Central, Casa de la Moneda, Horniman Circle.

Los inglesas habían gastado fortunas en adornar esta joya del imperio británico; los elegantes edificios se muestran altivos, aunque venidos a menos. Paramos en una de las estaciones más activas del mundo. Nos centramos en el devenir de riadas de pasajeros llegando en tren a Bombay. Asusta un poco. Me aparto, a riesgo de que me arroyasen. Chhatrapati Shivaji fue construída en 1887, y es patrimonio de la humanidad. 

Nos metemos en barrios locales. Contemplo la vida del joven país. Fachadas destarteladas, multitud de carteles comerciales, puestos de comida. De vez en cuando escuchamos los rezos de algún templo local. Vacas, mercados, y una multitud de motos, bicicletas, y coches desvencijados. La India en todos su esplendor. Sonrisas, muchas sonrisas en caras oscuras, con dientes infinitamente blancos. Suena música vigorosa de alguna película de BollyWood. Entro en ambiente. Olores de mercados, colores de mercancías. No se a donde mirar. Todo es diferente y sorprendente. 

Cambiamos de tercio, y nos vamos a Malabar Hill. Me comenta Sam que el empresario Mukesh Ambani tiene uno de los duplex más lujosos del mundo. La friolera de 1 billon de dólares. Seguimos por el colorista Estanque de Banganga en templo de Walkeshwar. Miro su estanque, y pienso que estamos en un mini Benarés. Pero quizás lo más maravilloso de este día especial, es retroceder varios cientos de años. Las lavanderías de Dhoni Ghat, en donde trabajan de forma artesanal miles de lavanderos, lleva abierto más de 140 años. Un laberinto acuático, en donde sus seres personas, como en un hormiguero, trabajan y conviven con las tareas propias de una lavandería de toda la vida. 

Era muy tarde. Camino dos pasos, para tomar el tradicional té de la tarde en el opulento Taj Palace . Lástima no hubiera encontrado disponibilidad.

DIA 2

La mañana siguiente, me aventuro a tomar un bote local en la Puerta de la India, verdadero icono de la ciudad, y desplazarme a la Isla Elefanta. Es un agradable paseo. El barco se aleja, de forma inestable, y la vista de la Puerta de India, y el Hotel Taj Palace es espectacular. Construída en 1924, era la primera visión, que tenían los británicos que entraban en la ciudad. Ya en la Isla Elefante, no encontramos con cuevas escavadas con fines claramente religiosos. No solo Shiva y sino figuras religiosas de las grandes religiones de la zona. Es un lugar con una magia especial. 

 

Uno de los lugares más sobrecogedores, y con más fuerza espiritual del planeta. 

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