BADEN-WÜRTTEMBERG 3) Explorando la región


Conducir por Alemania requiere enormes dosis de templanza y cierta habilidad, como un juego de conducción virtual. País de velocidades vertiginosas en sus autopistas: Audis, Mercedes, Porsches y demás maravillas, con una cierta petulancia, pasan como centellas, mientras que tu en el carril de los lentos, te crees en el rey de la velocidad. Adoraba salir de la autopista, y perderme con los entresijos de un región, en donde los atractivos turísticos se encuentran en cada esquina. Es harto complicado, hablar de Baden Wütterberg en dos líneas. Si tuviera que recomendar algunos, tendría un grave problemas. Vamos a intentar hacerlo.


Algunas visitas claves, para todo explorador de este bello Lander alemán.


-Lago Constanza. Lindau y Friedschaffen. Los italianos tienen su Lagos Alpinos, pero el Bodensee, llamado Lago Constanza produce enormes dosis de placidez entre las altas montañas del sur de la región. Resaltan con vida propia en verano, con una sinfonía de colores, y paisajes hermosísimos. Altas cumbres, cielo purísimo, y aire reparador, y barquitos de época cruzando las orillas. Hay varias poblaciones maravillosas, pero destaco Friedichschaffen cuna de los Zeppelin, en cuyo museo se conserva una sección a tamaño real del famoso Hindemburg. Otro prototipo sigue fabricándose en la población. Además Lindau, el típico pueblo de ensueño, perfecto para unas perfectas vacaciones al borde de las aguas. Lejos de las prisas y el bullicio. Monumentalidad que se mira en las prístinas aguas del lago.

Friburgo y la Selva Negra: El corazón de la esencia alemana, y aunque nos parezcan que el entorno arroja dosis tan insoportables de tipismo, que nos parece ver a Heidi en cada esquina, es un punto esencial. Densamente arbolado se llama “negra”, por la escasa luminosidad que producen tanta densidad forestal. Cuna de lo alemán. A saber: artesanía de madera, aldeas de madera con techos de paja, relojes de cuco, tartas Selva Negra, paisajes prístinos, lagos y pueblos de postal, sombreros Bollenhut y ciudades hermosas como Freiburg con su altiva catedral, murallas y casco histórico intacto. Se dice que los aliados, no pudieron bombardearla, por unas colinas cercanas, que impedían las maniobras de los aviones aliados. Bendita orografía.


Ciudades medias. Ulm, Tübingen, Heildelberg y Esslingen. Mis amigos consideraban que la ciudad de Stuttgart sufrió todas las iras de la aviación aliada, que hizo distraer la atención sobre urbes más pequeñas, hasta el punto de quedar intactas. Solo cuatro como muestra. Todas ellas, pueblos medievales que se mantienen inmutables desde hace años, con casitas de vigas, callejuelas con edificios inclinados, la plaza del mercado Marktplatz con sus coloristas ayuntamientos, etc. O sea, belleza y monumentalidad a raudales. Ulm con su catedral gótica estilizada y altísima. Heildelberg, con su antigua universidad, mirándose en el Rhin, como una de las ciudades más románticas de Alemania. Tübingen que parece sacada de una antigua postal color sepia, o Esslingen a un tiro de piedra de Stuttgart, con su ayuntamiento que parece una golosa tarta de fresa, una preciosa catedral con su puente de madera entre las torres, y murallas sobre colinas de viñedos. Cada cual con personalidad propia.

Pueblos del flautista de Hammelin: El tipismo es hasta artificial, cuando vamos a las aldeas de la Alemania de toda la vida. Todos tenemos en mente la imagen las postales de navidad. Infinitos campos, torres de antiguas iglesias, casas medievales, y pueblecitos irreales, pero perfectos. Sin duda, toda la perfección de los pueblos rurales «de toda la vida», han sido sacados del campo alemán. Pueblos en donde no solo brilla la tópica navidad, con sus mercados con olor a Glückwein, en donde la nieve da a toda la estampa un aspecto de lo más poético, sino todo el año. Digamos que es como volver al mundo de los cuentos. Hay decenas aldeas y pueblos cuidados hasta la extenuación, pero podría nombrar algunos. Weil der Stadt, Herrenberg, Markgrönningen, Bietigheim-Bissingen, Mosbach, Bad Wimpfen, Shorndorf, Schwäbisch Hall y Gmünd, Nürtingen, Bad Urach o Biberach. No es una lista exhaustiva sino de mis sitios favoritos. Para pasear, soñar, cerrar los ojos, o tomar una cerveza en un tradicional Gästtet de pueblo.


Castillos y monasterios: En todo cuento, debe haber un castillo, sea con fantasma, con dragones o siemplemente para adornar un paisaje perfecto. En Baden-Wütterberg todo está colocado en su sitio, hasta el punto que todo parece diseñado milimetricamente. También sacados de cuentos de príncipes y princesas, encaramados en los alto, hay castillos que nos hacen soñar. Se me ocurren dos: Burg Hohenzollern, y Burg Lichtenstein. Dos caprichos neogóticos en lo alto. Sease el mundo del Mago de Oz, el mundo de Blancanieves o los cuentos de Harry Potter son una imagen imponente, al igual que recónditas abadías, claustros o monasterios como Maulbronn, Kloster Ettal, Zwiefalten, Comburg o simplemente Beuron

En toda la vorágine turística de las modernas ciudades alemanes famosas por sus tendencias, todavía es posible encontrar la tradición de estampas que no cambian. Cierto que viajamos para recrear tópicos, y buscar mundos ideales, y no menos cierto que todo ha cambiado, pero en Alemania podemos seguir soñando y encontrando lugares hermosos, tradicionales, y turísticamente amables. 

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