CROACIA EN L´AUSTRAL: Montenegro y Kotor

Abro la ventana, y no dejo de maravillarme. ¿Estamos en Noruega?. El Austral avanzaba lentamente por altísimos y encajonados Fiordos, solo que con pueblos mediterráneos, en sus orillas. Situado al fondo de un fiordo con múltiples brazos, lago interiores, lagos, nos parece estar o en el Lago de Como, un paisaje Suizo, Noruega……pero ver el Seven Seas Mariner en la ciudad amurallada medieval de Kotor, me hace pensar, que todavía hay sitios vírgenes en nuestro Marenostrum.

Mira que tengo poca capacidad de emocionarme ya, pero tomando el desayuno en el balcón, mis pupilas no pierden detalle. La naturaleza infinita y portentosa, y el ser humano tan limitado. Como ciudad costera, de la pujante industria turística Montenegrina, Kotor está de moda. Iba a intentar hacer el tour: Mini Montenegro en nueve horas. ¿Pero he venido a este país a descansar?. Como una de las últimas repúblicas en independizarse de la antigua Yugoslavia, es cierto que la bella y escarpada costa Montenegrina, una especie de país de juguete, es para compensar, que el resto del país es una especie de maldición bíblica, con unas condiciones tan difíciles para la vida, que valoro la tenacidad de aguerrido pueblo Montenegrino, en adaptarse al abrupto entorno.

Galería: Entrando en Kotor 

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Viajando dentro de Montenegro

Todo es una enorme sucesión de montañas vertiginosas, carreteras entre desfiladeros, y casas colgadas de peñascos. Sin duda, es hacer la vida complicada al que vive en Montenegro. Solo en la capital, Podgorica, hay una cierta planicie.

Nos acercamos primero a Budba, digamos a groso modo que es considerada como la “Riviera” del país. Una especie de ciudad amurallada muy bien conservada, con callejuelas planificadas de forma anárquica, y que con una apariencia más salvaje y típicas, que otras ciudades de la costa Dálmata, intenta convertirse en un reputado centro de veraneo internacional, con dos playas a ambos lados de la muralla, y un aparente puerto de yates.

Tras conocer la cara más mediterránea del país, tocaba introducirnos en su interior subiendo, y subiendo, y en cierta medida confiar en las habilidades de nuestro conductor, cuando desafía, en cada curva cerrada, cada uno de los precipicios de la ruta. Del lado más lúdico del veraneo, a Cetinje, la antigua capital del país, y el alma espiritual e histórica del país.

En una de las zonas más altas del país, con un clima fresco y lluvioso, esta pequeña población de 25.000 habitantes, y situada en un pequeño valle, es una especie de pueblecillo de casas bajas, metida entre frondosa vegetación, aunque tiene un encanto especial no resulta especialmente emocionante. El austero palacio de la antigua familia real es una visita esencial, el panteón familiar, y el monasterio más destacado del país.

Tocaba una comida típica Montenegrina, en un restaurante local. Un país acostumbrado a la gastronomía contundente, degustamos uno de los aperitivos más extendidos que es una selección de quesos y el famoso jamón del país, una sopa de la zona, y algo de nombre impronunciable, y con raciones imposibles de terminar.

Una rollo de carne de cerdo rellena de queso y bacon, patatas asadas en mantequilla, repollo con bacon, etc. ¿Puede haber un plato más contundente?. Resultaba sencillo, pero sabroso. Cruzamos la Montaña de Lovacen, por localidades aisladas, siendo el punto más alto del país, para bajar de nuevo a Kotor, no sin antes contemplar desde lo alto, el maravilloso Fiordo de Kotor.

Visitando la ciudad amurallada de Kotor

Nuestro barco, parecía un juguete a nuestros pies. Una formidable tormenta se presentaba detrás de las montañas, y pronto descargó una gran cantidad de agua, en una típica tromba veraniega. La guinda del pastel era visitar la antigua Kotor. Amurallada, nos recuerda Dubrovnik, pero mucho más humilde, aunque con los mismos elementos. Piedra caliza blanca, palacios, iglesias, y lugares maravillosos. Otro detalle, que nos hacen maravillarnos de la profesionalidad de Compangie du Ponant. Antes de bajar del bus, la tripulación de Ponant nos esperaba con paraguas para cada pasajero.
 
Descansando a bordo
 
La cena nos ofreció una curiosa selección de platos curiosos. Optéaustral7 154 (3) (Copy) por la lubina con salsa dulce de boniato y jengibre con crujientes verduritas orientales, y una especie de Rissoto aderezado con mozzarella, y presentado dentro de una bola y rebozado. El postre una ligerísima mousse de sabor indeterminado, pero nada malo.
 
En el salón principal el grupo de baile intentaba motivar a los pasajeros para unirse a la ronda de bailes tropicales. Los oficiales también bajaron para unirse a la fiesta. Esta es la compañía: la mezcla de tripulación y pasajeros, como una gran familia. Anochecía, y el cielo se mostraba algo más tranquilo, y sobre todo estrellado. Navegamos hacia la Isla de Hvar, mecidos por un lígero bamboleo. Dejo la ventana abierta, porque me gusta escuchar el sonido de las olas batiendo contra el casco. Desde la cama, puedo ver como la luna, introduce unos rayos en mi camarote. Perfecto escenario.

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