Tarde de compras y cenando en Basilea

¿Compras en Basilea?. A no ser que seas un bolsillo pudiente, para dilapidar miles de euros en TagHeuers, Omegas o Piaget, hay poco margen de maniobra, salvo el plasticoso Swatch de toda la vida. Todo es caro, la moda suiza no destaca, y hasta los souvenirs no son especialmente de buen gusto. Olvídese también de la carísima cosmética tipo La Prairie. Con lo cual hay dos opciones clásicas. Chocolate hasta «jartar», y toneladas de queso. Ambos baratos.

 

2012-11-29 11.28.02_800x600Soy de los que pienso que el chocolate Suizo es algo de inmerecida fama. Y lo es porque, al contrario del buen chocolate Belga, el Suizo suele abusar de mantequilla hasta proporciones alarmantes. Incluso las cajitas con chocolatinas, cubiertas del sempiterno envoltorio de paisaje bucólico por excelencia esconde algo regular.

 

Pero para no herir suceptibilidades, aceptemos al chocolate Suizo como animal de compañía, y hasta hay buenas marcas y suficiente variedad. Se compra en cualquier largo lado, pero recomiendo  Merkur en Marktplatz y Estación de tren, y Sprüngli en varias puntos de la ciudad. Localmente las Galletas Läckerli Hus, también omnipresentes. El café Schiesser, en Marktplatz, es obligada referencia desde 1870, y su escaparate un espectáculo.

 

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Añadiría dos recomendaciones personales. Los adornos navideños de Johan Wanner (Spalenberg 14) que tiene encargos, de hasta de celebridades de todo el mundo, navajas y una preciosa tienda de trenes de juguetes. Bercher & Sternucht en Spalenberg 45.

 

Una cena tras las compras.

 

P1270147_800x600Comer también es caro, y tampoco el país destaca por su gastronomía. Platos P1270150_800x600centroeuropeos, pesados de influencia germana. Y de nuevo las universales Fondues y Raclettes. Hay algo verdaderamente original. Antiguos palacios y edificios civiles, convertidos en restaurantes y salones de comidas privadas.

 

El  Safrán esta en un palacio gótico en el de 11 de Gerbergasse. El salón de tercer piso, aunque solo para grupos es un espectáculo visual. Algo así como un banquete medieval. Yo me conformé con un delicioso restaurante, en la misma calle. El Walliser Kanne, es uno de esos sitios con olor a queso, de madera y con decoración típicamente suiza.

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