SHIRAZ: Rosas, poetas y vino

Ya no corre el vino por esta ciudad del sur del país. La estricta ley islámica prohibe cualquier bebida alcohólica, al menos en público. Los años de voluptuosidad se terminaron cuando los barbudos derrocaron al Sha. Ahora al zumo de uva, se le añade vinagre de Módena, cual trampantojo para recordar levemente el picor del vino. 

En la capital de la antigua dinastía Zand aun hay rosas en los palacios y sus parques. Desde el ultimo piso de hotel Royal, se vislumbraba una ciudad extensa de varios millones de personas, urbanismo caótico con apariencia de una acumulación de sucios terrones de azúcar apilados. Más allá de su bullicio, el tipismo de alguna de sus barrios, y la pujanza de su ciudad moderna hay varios puntos que no debes perderte en Shiraz.

Capital de irán durante 32 años es un lugar para pasear. La ciudadela de Arg-e Karim Khan, del siglo XVIII fue la residencia del monarca Karim Khan. Construído en ladrillos de color azafrán, y con una torre inclinada, por el efecto de los torrentes subterráneos, entramos en sus vacías estancias, y comprobamos como era la vida de la corte. Un gran estanque central, y un jardín sosegante, es perfecto para descansar en nuestra exploración.  Las mezquita de Narir al Mulke destaca por los destellos de luz que sus cristales calidoscópicos proyectan en su sala de columnas. La opulenta Mezquita Vaki dentro de un complejo del mismo nombre, es un deleite visual, en donde destaca las sala de columnas torneadas de su lugar de oración. Reina una paz absoluta. 

Ciudad de jardines, no podemos dejar de visitar el Pabellón de los jardines de Eram, del siglo XIX, cuando la dinastía Qajar había ya trasladado la corte de Teheran. La tumba de Hafez, uno de los poetas místicos más importantes del país, y sobre todo su bazar. Es como entrar en otra dimensión atemporal. Durante cientos de años, poco ha cambiado. Las especies fragantes se mezclan con telas, artesanía, y puestos de suculentos frutos secos. Un lugar bullicioso, activo, y en donde turista es un elemento más. No el centro de atención. Podemos tomar un helado de agua de rosas, tomar un té al borde de un estanque, y dejarse seducir por un sinfín de estímulos sensoriales. Y siempre comenzar un regateo infinito, con unos vendedores gentiles. 

Dejo para el final, el Mausoleo de Shah e Cherash, en donde está enterrado el Imán Reza. Un mundo de religiosidad, fervor, y pasión islámica. Uno de los edificios más notables de la ciudad, está iluminado, y las cúpulas de azulejos iluminadas juegan con un hermoso cielo estrellado, con una inmensa luna.

Miles de fieles rezan, descansan y contemplan el lugar. Canta el moacín, y entramos en salas y salas decoradas con espejos. Somos libres de caminar por el interior, sin que a los locales les moleste que los extranjeros caminen por un lugar tan sagrado. 

Un imán, de esos que occidente dicen que son «tope-peligrosos-integristas-terroristas», nos sonríe. Más tópicos están cayendo. Salgo al patio, cierro los ojos, y me empapo en uno de los escenarios más exóticos que había visto en mi vida. Irán en estado puro, pero mucho menos amenazante que nos cuentan desde occidente. 

VIDEO DE SHIRAZ

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